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«Un lugar llamado Chiapas», documental oportuno para entender la actualidad

febrero 10, 2019
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CIUDAD DE MÉXICO.- La documentalista canadiense Nettie Wild, después de realizar una película de un levantamiento armado en Filipinas, creó otra en Canadá sobre pueblos indígenas, vio por televisión el 1 de enero de 1994 (el primer día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio) que un grupo de indígenas se alzó en armas en Chiapas, México, y se sorprendió.

Ella rememora que nunca había escuchado sobre Chiapas:

“El presentador de la pantalla chica decía que tras el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) podrían estar los rusos o cubanos. No lo creí, y estaba intrigada sobre la química entre la ciudad urbana, el subcomandante Marcos y las comunidades indígenas. Él era el traductor entre estas dos culturas y eso me llamó la atención para filmar”.

“Luego me enteré que había gente que estaba fuera del conflicto, pero que se encontraba en una situación de peligro, eran los indígenas desplazados, y cuando empecé a seguir esta historia la película empezó a tener mayor complejidad”, continúa la canadiense.

Wild llegó a Chiapas hacia 1996 a la comunidad La Realidad. Luego surgió el documental Un lugar llamado Chiapas y se estrenó hace 22 años en el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde obtuvo el Premio del Público.

Después se presentó en 80 ciudades en Estados Unidos, enseguida en Canadá, Inglaterra, Francia y Australia. En México se mostró en el Primer Festival Internacional de San Cristóbal de las Casas, efectuado en enero del 2015.

Ahora, a 25 años del levantamiento del EZLN se reestrena en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario. Wild ha donado el documental a la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, junto con las 60 horas que grabó en súper16 milímetros por cinco años. “La Filmoteca va a digitalizar cada cuadro de este material, le llevará de uno a dos años”, señala la cineasta.

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Un lugar llamado Chiapas muestra los testimonios no sólo del subcomandante Marcos, también de los desplazados, los paramilitares y los hacendados, en fin.

Enseguida, Wild enfatiza:

“El documental ofrece un contexto no sólo de lo que sucedió en ese tiempo, también ayudará a comprender lo actual”.

En ese tiempo el conflicto de los desplazados incitó a Wild a preguntarse ¿cómo podían los zapatistas o cualquier movimiento revolucionario proteger a esas comunidades?

Eso hizo que fuera entrevistar a los paramilitares llamado Paz y Justicia:

“Como extranjera podía moverme con más facilidad en la zona donde se movían los paramilitares”.

–¿Fue complicado captar con la cámara a los paramilitares?

El camarógrafo que acompañó en esos años a la directora de Un lugar llamado Chiapas, el mexicano Eduardo Herrera, explica:

–Si fue muy complicado sobre todo en la zona de conflicto. Incluso el equipo recibió amenazas y lanzaron piedras, eso está en la cinta. Fue muy difícil conseguir la entrevista con Marcos porque no se la quería dar, quizá porque ella se había metido a filmar la situación de los desplazados, quienes no eran apoyados ni por los zapatistas, ni la Iglesia, ni el gobierno, y estaban viviendo en las montañas, cómo ahora (se refiere a los desplazado en  Chalchihuitán en diciembre y enero pasado).

“Estuvimos muchos días en espera en La Realidad para conseguir finalmente la entrevista con el subcomandante Marcos”.

Wild manifiesta:

“Los paramilitares eran muy correctos ante la cámara, pero en el momento que dejábamos filmar, amenazaban a los miembros de equipo mexicano”.

–¿Qué puede ofrecer este filme?

–Aprendí mucho hace 23 años. Y es terrible que sigue el problema de los desplazados, son miles de nuevo. Y hace días dos miembros de estas comunidades fueron asesinados, Noé Jiménez Pablo y José Santiago Gómez,

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de una manera brutal. Se está mandando de nuevo el mismo terrible mensaje que hace 25 años.

Interviene Eduardo Herrera:

“El problema es que los zapatistas se han declarado abiertamente en contra del Tren Maya y están reclamando que el propio gobierno de Andrés Manuel López Obrador no pueda poner orden en estos conflictos que iniciaron como un problema agrario. Es una violencia abierta y nadie es culpable.

“Creo que este reestreno del documental es más que oportuno por lo que sucede”.





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