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Voces de la pandemia | La absurda tramitología de la muerte

abril 28, 2020
german - Voces de la pandemia | La absurda tramitología de la muerte


#Noticias

Proceso recabó testimonios de personas que narran cómo enfrentan en México la crisis sanitaria causada por el coronavirus. Germán Espino Sánchez, profesor e investigador de Querétaro, relata el viacrucis que él y su familia sufrieron tras el deceso de su madre.

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- El sistema funerario en México está hecho para procesar pocos fallecimientos, es tortuoso y tiene puntos ciegos. En caso de que los decesos se incrementen significativamente por el covid-19, el sistema fácilmente se puede colapsar. Esto ya sucedió en Ecuador, donde la gente se queda durante días o semanas con sus difuntos en casa y en medio de la desesperación los empacan con plástico, los tiran a la calle o los intentan incinerar sin éxito.

En mi familia hace dos semanas sufrimos el deceso de mi madre. Desde hacía un mes había caído en una neumonía que la llevaba a la agonía cada semana. Tuvimos un mes para tratar de rescatarla, pero también para prever su deceso, pues era una anciana que padecía muchas enfermedades y desde hace casi cuatro años estaba en cama. En su último mes fue internada dos veces en el hospital del IMSS y la asistió en casa el geriatra de cabecera.

Como su deceso parecía inminente, personalmente consulté con varios especialistas la ruta a seguir en un deceso y al final no supimos resolverlo adecuadamente porque el sistema funerario es absurdo.

Como murió en casa, nadie quería extendernos un certificado de defunción, ni el geriatra que la atendía regularmente ni el IMSS ni siquiera algún otro doctor particular.

Finalmente, en el IMSS nos informaron que teníamos que llamar al 911 para reportar el deceso.

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Después del reporte llegó la policía a interrogarnos como si estuvieran investigando un homicidio; quizá es parte de su protocolo, pero en los momentos de angustia por la pérdida eso nos impactó mucho. Finalmente uno de mis hermanos llamó a un ahijado que era comandante de la policía, los agentes que nos acosaban le tomaron la llamada, el comandante les ordenó que nos auxiliaran y que no nos inculparan. A partir de ahí los policías cambiaron su actitud: de incriminarnos a auxiliarnos.

Nos informaron que si la policía se llevaba a la finada al Semefo podrían tardar un día o más debido a la saturación; incluso podrían realizarle una autopsia. Todo podía volverse muy lento en momentos críticos. En cambio, otra opción era llamar a una funeraria que nos auxiliaba con un médico que nos brindaba el “certificado de defunción” y nos auxiliaba en los trámites del “acta de defunción” ante el Registro Civil.

Hay que aclarar que este tipo de funerarias son excepcionales, pues la mayoría, casi ninguna, brinda este servicio del médico que extiende el certificado de defunción.

Después de que llegó el médico tuvimos que reunir el pago, cercano a 20 mil pesos. Debimos reunir un montón de papeles y correr al Registro Civil para tramitar el acta de defunción, todo en tiempo récord. Para este último trámite nos asistió un asesor de la funeraria; nuevamente, sin su apoyo no lo habríamos logrado.

A la vez que tres hermanos asistíamos al Registro Civil, se llevaron el cuerpo para resguardarla en la funeraria y programar su cremación al día siguiente por la mañana. No se pudo hacer la velación debido a que murió por neumonía. En esta época del covid se recomienda no hacer velaciones, pues las reuniones no pueden recibir a más de 15 personas, es tan complicado observar las normas de distancia física que cancelar este evento es la mejor opción. A la misa sólo pudieron asistir 10 personas que se mantuvieron a distancia, no fue de cuerpo presente, sino que se realizó solamente con las cenizas en la urna.

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En los días posteriores tuvimos que atender a toda la familia por llamadas telefónicas o internet para explicarles el deceso. Comenzamos a realizar los rosarios virtuales. Yo, personalmente, pase casi una semana haciendo trámites en el IMSS para dar de baja a mi madre y al final realicé los principales trámites en varias clínicas; sin embargo, al final aborté la misión debido a que los procesos me exigían otra semana más de trabajo en medio de multitudes de gente enferma.

Sólo después de la tramitología pudimos darnos tiempo para dialogar en familia y llorar nuestra pérdida. Me queda la sensación de que la mayor parte de las familias mexicanas no están listas para procesar las defunciones si se incrementan significativamente debido al covid-19. l

*Profesor investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II

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